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CAFÉ Y CAFEINA

CAFÉ Y CAFEINA

 Antecedentes Historicos:

                     Un día, en el año 2337 A.C., el emperador chino Shen Nung se encontraba hirviendo agua cerca de un arbusto, cuando una de sus hojas cayó dentro del recipiente, creando así una bebida de maravilloso aroma y la primera taza de té.

El café se originó en África aprosimadamente en 575 D.C.. Los granos se utilizaban como moneda y se consumían como alimento.

Ya en el siglo XI, los árabes preparaban bebidas a base de café.

Y en 1519, los conquistadores del Nuevo Mundo fueron invitados, por el Emperador azteca Moctezuma a probar una bebida a base de chocolate.

Las primeras gaseosas con cafeína se crearon alrededor de 1880.

La cafeína y la salud:

                     Durante las dos décadas pasadas, se han realizado muchos estudios sobre la influencia que tiene el consumo de cafeína en la salud.

La Administración de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos (FDA) incluyó en 1958 a la cafeína en la categoría GRAS, o sea, alimentos generalmente reconocidos como seguros. Un estudio más reciente "no halló evidencia que demostrara que el uso de la cafeína en las bebidas carbonatadas pudiera transformar tales productos en perjudiciales para la salud."

La AMA (Asociación Médica de los Estados Unidos) tiene una posición similar respecto a la seguridad de la cafeína, y expresó que quienes beban té o café con moderación no tienen por qué preocuparse por el consumo de cafeína, mientras sus otros hábitos de vida (dieta, consumo de alcohol) también sean moderados.

La mayoría de los expertos está de acuerdo en afirmar que la moderación y el sentido común son las claves para consumir alimentos y bebidas que contengan cafeína.

Se considera que un consumo moderado de cafeína es de aproximadamente 300 mg., lo que equivale a 3 tazas de café, pero esto dependerá de cada uno y puede distribuirse entre varias bebidas.

Los consumidores con ciertos problemas de salud quizá deban consultar a sus médicos antes de consumir cafeína.

 

 

1 comentario

Raquel -

Pues lo llevo claro: ni dieta sana ni sentido común. Sólo me queda el café.