EDUCACIÓN VIENESA
Viena. Septiembre 1998. Sentados en un café, tomando eso mismo, un café, sin prisas. Finalmente se nos hacía tarde y el camarero nos ignoraba, no acudía a cobrar. Yo, ingenua, lo veo mirar y le hago una seña al estilo español (sólo me faltó el "Jefe, cuando pueda") y él, simpático y educado como vienés, saluda y sonríe. Pero no viene. Mi marido, más práctico y expeditivo, da con la solución: "Vamos a levantarnos, verás cómo viene". Pues sí, vino, por fin... No fuéramos a irnos sin pagar un café carísimo que no era nada del otro jueves.
Pero eso sí, nos reímos a gusto gracias a la simpatía natural, o a la natural tendencia al cachondeíto del camarero vienés.
4 comentarios
Raquel -
Ya sabes que este blog es para todos los que se sientan amigos, es decir, que puedes publicar entradas, no sólo comentarios, así que, cuando quieras, adelante con ello.
Liliana -
Saludos
Raquel -
Sabes que este local está abierto, vamos que puedes publicar artículos cuando quieras, con sólo pinchar en la pestaña correspondiente.
canichu -