Homenaje escultórico
Otro homenaje al café de Víctor Arrizabalaga: Sobremesa II
¡Cómo me gustan estas esculturas!
Otro homenaje al café de Víctor Arrizabalaga: Sobremesa II
¡Cómo me gustan estas esculturas!
Apunte Biográfico (extraído de Ciudad de la Pintura )
Meschede, 1887 - Perthes (Francia), 1914De 1904 a 1906 estudia en la Academia de Dusseldorf. A su término, emprende un viaje a lo largo de Europa, donde en parís descubre y queda fascinado por la obra de los Fauves.
En 1919 será colaborador del almanaque del "Blaue Reiter" (el Jinete Azul) y conoce a Kandinsky hecho que será decisivo en la evolución de su obra. En 1920 su conocimiento de Delaunay y su obra le hacen partícipe del movimiento Orfista, que propone en una doble vertiente, la flexibilización de la disciplina cubista y el papel fundamental del color en la práctica pictórica.
Su visita a Túnez en 1914 le abrirá definitivamente los ojos y la mente a la Luz Mediterránea que plasmará en delicadas composiciones a base de acuarela.Es el título de este dibujo con acrílicos sobre papel de la jovencísima ilustradora riojana Raquel Marín, a la que esperamos ver a menudo por este local virtual. Os recomiendo su blog
¿A que se despiertan las ganas de tomarse un cafetito?
El título de este post se corresponde con el del cuadro de la pintora zaragozana Chelín San Juan . Nacida en 1967, su formación comprende estudios de Artes Visuales (en Venezuela), de pintura (con los pintores Alejandro Cañada y Pablo Mañe), Bellas Artes y estudios de Restauración.
Se trata de un día cualquiera en un café holandés, en una crítica al individualismo presente en nuestra sociedad.
El film obtuvo los premios de la Sección Oficial del Festival de Montreal y el Gran Premio en el Festival de San Petersburgo.
SINOPSIS:
Ubicado en una estación de trenes, el Café Central, para la mayoría de la gente, no es más que un lugar para esperar el siguiente tren. Para algunos, sin embargo, es un sitio para escapar de una vida llena de preocupaciones. Estas personas constituyen el núcleo de los clientes habituales del Café: Solitarios que buscan calor humano. Cada uno con una historia propia.
La obra de Weston es una continua búsqueda y esconde un ser inquieto y apasionado con su trabajo.
Este espíritu fue el que le hizo ver claro que el pictorialismo era un callejón sin salida y empezó un periodo de análisis que le conduciría hacia una pureza fotográfica.
Dotado de un gran sentido de la composición, los objetos de Weston, ya sean conchas, pimientos o un excusado, incluso algunos de sus desnudos, responden a su estado de ánimo, y se llenan de opulencia y vigorosidad al acercarse a ellos.
Escudriña sus formas.
Cambia la iluminación hasta llegar al ser del objeto, que se transforma en una emoción sin perder su condición.
Muy al contrario se reafirman en su volumen, en sus recovecos más ocultos, en la materia de la que están hechos.
La textura pasa a ser otro personaje de la foto.
Pero va mas allá.
Sugieren otra cosa.
Un pimiento pasa a ser un músculo retorcido.
Una alcachofa una celosía.
Una hoja de col es una catarata de agua congelada.
Un cuerpo una escultura de mármol.
Es un acercamiento directo, realista lleno de intuición y pureza, que desborda sensualidad, incluso, lujuria.
Bordeando el preciosismo, en el que el mas mínimo detalle está cuidado al máximo, y con una composición exquisita, los paisajes de Weston, otro de sus temas recurrentes, y a diferencia de Ansel Adams, transmiten cierta dureza, donde se enfrentan la belleza y la decadencia.
Fotógrafo que amplió el vocabulario fotográfico.
Su vida, indisolublemente ligada a su obra fue apasionada, sin concesiones y en continua relación con la naturaleza.
Cuadro de la pintora italiana Cristina de Flora. En su web personal podréis encontrar numeroso cuadros con un estilo muy particular.
Otra escultura pop dedicada al arte y al placer de tomar café. En esta ocasión, un Moka Express. Para ver datos sobre el artista, id al post Sobremesa.
Ya me gustaría a mí tener esta escultura adornando la mesa del comedor. Me definiría.
De nuevo una obra del incógnito/a Federico Landi: El café de la mañana; de nuevo su absoluto realismo a la hora de plasmar gráficamente esa taza llenas del precioso líquido, y de nuevo la imposibilidad de encontrar datos sobre el artista. S.O.S. S.O.S. llamando a cualquiera que pueda aportar pistas, llamando a cualquiera que pueda aportar datos...
CAFÉ DE ARTISTAS es el título de una novela corta (o cuento largo, vaya usted a saber) del Marqués de Iria Flavia, vamos de don Camilo, el ínclito Cela. Escrita en 1953, en la mejor tradición costumbrista española, apenas hay acción, no hay argumento, importa el ambiente que se describe y los personajes asiduos del Café: escritores y aspirantes a poeta, pintores, músicos, cómicos... A todos nos los presenta con unos pocos rasgos certeros, con la misma precisión con la que acierta a transmitir el ambiente y la vidilla del Café que da nombre al relato. Argumento, ya dije que no hay, o mínimo: el joven de provincias con múltiples nombres y aspiraciones, llega a Madrid, deseando comerse el mundo, empieza a frecuentar el local y entabla relaciones con una de las clientas habituales. Discuten y retoman su relación gracias a otro de los personajes, el bueno y mísero de don Mamed, el personaje más entrañable y tierno de todo este cuento. Consiguen que ingrese en un asilo, donde lo visitan a menudo; don Mamed muere y la vida sigue. El joven de provinicas ya es don Cándido.
Desde comienzos de los años veinte se han escrito innumerables ensayos sobre los cafés. Es decir, se ha analizado la estética, las peculiaridades de los camareros, las especialidades gastronómicas, la clientela habitual y, también, las tertulias establecidas en esos locales. Tales estudios están plenamente justificados ya que, con el paso del tiempo, los cafés han pasado a ser como pronosticó Ramón Gómez de la Serna las modernas oficinas de las artes y las letras.
Los cafés han tenido, aunque escasos, grandes detractores, como Enrique Jardiel Poncela que comparaba las tertulias de los mismos con los escombros, dada la similar acumulación de adoquines, y también grandes adictos como Rafael Lasso de la Vega, que en el reverso de los tickets del Mabillon de París materializó una parte notable de su obra gráfica y literaria, tal vez obligado por la escasez de papel que sufrió Europa durante los años cuarenta.
Antes de que existieran los cafés, los artistas y literatos se reunían en las tabernas, lugares un tanto infectos y castizos en los que se consumía, fundamentalmente, ajenjo. Pero en cuanto apareció el primer café las cosas cambiaron de manera radical ya que, entre otras cosas, el café presentó al mundo el sifón: una magistral obra de la ingeniería hidráulica hoy desgraciadamente sustituída por el agua con gas embotellada cuyas perfectas formas geométricas indicaron la higiene, la innovación tecnológica y el ritmo trepidante que debería caracterizar al siglo XX. Así, las tabernas cayeron en desuso y se dejó a un lado el ajenjo, una mixtura cuya influencia quedó reducida a los turbios tonos verdes que utilizaron en sus obras ciertos pintores atormentados, enemigos acérrimos del aseo personal. Por otro lado, la taberna también denominada tugurio, como sitio de rufianes que era, se ubicó tradicionalmente en lugares ocultos, sumidos en penumbra, mientras que el café buscó la luz y, desde sus ventanales, se abrió a la calle. Se puede decir, pues, que con los cafés las artes plásticas y la literatura en muchas ocasiones también la música, sobre todo el jazz salieron de las cavernas y, por fin, comprendieron los problemas existenciales del hombre. De las tabernas no han quedado nombres, sólo vagos recuerdos. Sin embargo, los cafés son una realidad con nombres míticos como, por citar algunos ejemplos, Les Deux Magots, de Flore, Madrid, National, Florian o des Westens.Entre los artistas permanentes en los cafés siempre han destacado los ilustradores desde Luis Bagaría, George Grosz, Ricard Opisso, a Joost Swarte, Robert Crumb o a los de ahora mismoque, apoyados sobre el tablero de cualquiera de las mesas, se han constituído en singulares cronistas gráficos y, a diferencia de otros de sus colegas cautivados por la moda momentánea o por el software, siguen fieles a ese especial lugar, sin temor a contraer mal alguno, ya sea la dispepsia o la temible blenorragia.
NOTA.- El dibujo está hecho con un palillo mojado en café.
Un dibujo de Van Gogh que representa a un pobre tomando café.
En este cuadro, de Solana, vemos a los representantes de la generación del 14, entre ellos Ramón Gómez de la Serna, José Ortega y Gasset, Ramón Mª de Valle Incán, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, Juan ramón Jiménez, el político Manuel Azaña...
Actualmente, podemos ver esta obra el museo Reina Sofía de Madrid.
También podemos ver su replica, en tres dimensiones, en el Museo de Cera.
Los cafés literarios, en el pasado, fueron los centros neurálgicos del ámbito intelectúal y filosófico de España.
O el de las doce, o el de la una... Cualquier hora es buena para tomar café.
Este cuadro es obra de Nadeem Chughtai, un joven artista que también ha trabajado como escenógrafo.
Os remito a una página en la que podéis encontrar su biografía y una breve entrevista con él.
Incluyo esta obra en el blog porque me ha parecido interesante. El resto, también. Vedlo y me contais.
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